Los empresarios respaldan, pero piden reformas estructurales

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Algunos lo habrían hecho de otro modo. Por ejemplo, sin exponer al propio Mauricio Macri en el spot. Pero la mayor parte de los empresarios se alivió con la decisión de recurrir al Fondo Monetario Internacional como alternativa de financiamiento.
En casi todos los casos, sin embargo, ese respaldo convivió con una advertencia que deslizan en voz baja: el regreso al organismo no debería significar que la fiesta sigue sino, al contrario, obligar al Gobierno a tomar conciencia de que hay medidas estructurales que se deben encarar, como la reducción del costo argentino.

Es inevitable que estos temas se vuelvan a tratar mañana en un almuerzo confeccionado especialmente para la ocasión: en la sede de Alvear del Jockey Club, el Grupo de los Seis, que nuclea a los sectores más relevantes de la economía, invitó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, con quien espera deliberar sobre el fortalecimiento de las instituciones. Preocupa el país inviable. "Tenemos una oposición con una gran capacidad de destrucción y poca capacidad de construcción", dijo a este diario uno de los organizadores.

Hay unos 40 hombres de negocios convocados. Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa, asumió la confección de la iniciativa, que correrá por cuenta del Grupo de los Seis (G-6). Los anfitriones decidieron serlo de manera deliberada, desoyendo el ofrecimiento a colaborar de otras cámaras, como Cilfa, la de los laboratorios, o Copal, la alimenticia, que consiguió de todos modos a través de su presidente, Daniel Funes de Rioja, el lugar para el almuerzo. El G-6 pretende hacer este tipo de reuniones con mayor frecuencia y, en el futuro, invitar a referentes de la política y del Gobierno. Será, creen, un modo de contribuir a una Argentina que suponen frente a la última posibilidad de administración racional. Ese miedo al populismo posterga para otro momento las enormes divergencias que tienen con el modelo y su ritmo.
El respaldo a la posibilidad de acceder a financiamiento del FMI va en sintonía con el aval al gradualismo. No lo discuten, pero no se privan de alertar sobre la cuestión de fondo: o baja el costo argentino, es decir, carga laboral y tributaria, o el país no es sostenible. "Todos queremos que le vaya bien al Gobierno -dijo Javier Madanes Quintanilla, dueño del grupo Aluar y Fate. Pero, en un horizonte de un año y medio, todavía hay espacio para plantearse temas más estructurales y no tener miedo de que la sociedad no las comprenda".

La urgencia de un ajuste, palabra prohibida que han aprendido a desterrar, llevó en los últimos días a algunos de ellos a pensar en alternativas que la dirigencia política sea capaz de aceptar. Se lo han propuesto a algunos funcionarios, por ahora sin éxito. Piensan hasta en la posibilidad de proponer a la gobernadora María Eugenia Vidal , la menos expuesta a la crítica, como vocera de esas decisiones. Y entienden que el Fondo podría aportar algo de oxígeno en el mientras tanto. "Apoyo, sin dudas -dijo Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción-. Hay que frenar la escalada del dólar. Si este es el camino, y no se me ocurre cuántos caminos hay, es muy positivo".

Los empresarios constructores venían siendo los primeros castigados de la corrida con la suba de tasas: no hay plan, ni siquiera el programa de Participación Público Privada (PPP), capaz de funcionar con financiamiento al 40%. La vuelta al FMI se vivió en esas empresas como una decisión natural que, por la tarde, ya se extendía a otros sectores y cámaras. "Los países que somos miembros del Fondo podemos perfectamente recurrir a las modalidades que ofrece -contestó a LA NACION Adrián Werthein, presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción-. Como cliente de un banco: ¿No podrías pedirle financiamiento cuando lo necesitás? Si en el mercado hay una percepción de que puede haber problemas con las divisas, el Fondo puede aportar".

Palabra de empresarios. Será, posiblemente, el único respaldo explícito que recibirá al respecto el Gobierno en un país no sólo reacio al ajuste, sino también al FMI y a quienes tienen que invertir. Es decir, a quienes le pagan la fiesta.

Fuente :Francisco Olivera – Diario La Nacion

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