Empatia en tiempos de crisis

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Winston Churchill  decía que no le preocupaba la acción, lo que de verdad le inquietaba era la inacción.

Todo desafío, ya sea económico, social  o educativo pone a prueba nuestra capacidad para aceptar y afrontar cambios.

Este maldito virus que tiene en vilo a el mundo entero, no discrimina entre países desarrollados y emergentes, entre ricos y pobres, reyes y príncipes, entre políticos, celebridades y el vecino de al lado. Mientras científicos del mundo trabajan a contra reloj para encontrar la cura, a nosotros y a cada uno nos toca cuidarnos.

Cuidarnos es respetar y aceptar  los pedidos de las autoridades, para preservar nuestra salud y la de nuestras familias. Cuidarnos es estar informados y, principalmente, evitar la paranoia. Cuidarnos es tener empatía y tomar conciencia de que sólo vamos a poder aminorar los efectos de este virus sin fronteras si todos nos comprometemos. No dejemos de actuar, y hagámoslo sin violencia. No perdamos la oportunidad, afiancemos lo que nos une como sociedad y repensemos qué modelo social, económico y afectivo queremos para el futuro,

Las personas, en nuestro rol de ciudadanos, padres, madres, profesionales, consumidores, espectadores o, sencillamente, seres humanos, nos sentimos más seguros cuando nuestro entorno se mantiene estable. Cuando escuchamos los mismos sonidos de siempre, cuando vemos las mismas caras de siempre, cuando podemos seguir con nuestras rutinas de siempre, cuando sentimos que podemos hacer las mismas cosas de siempre.

Pero ahora las calles están semi desiertas. No hay ruido fuera. Miramos por la ventana y todo parece la imagen de una película que hemos puesto en pausa. Nada se mueve. Hay muchas cosas cotidianas, sin trascendencia, ordinarias, que no podemos hacer. Tenemos que quedarnos en casa. Nada es normal. Es el momento para que todos aportemos nuestro porcentaje de normalidad. Es decir, comprensión y empatía.

¿Es fácil adaptarse y ser empáticos con los ciudadanos, los consumidores, los usuarios en momentos excepcionales como este? Desde luego que no. Pero es posible, es necesario y es un reto de responsabilidad y compromiso para nosotros mismos

No hablar de las crisis es ignorarlas. Hablar demasiado es banalizarlas. El equilibrio es la clave. Más que nunca, la conversación debe ser un servicio y la información útil una prioridad.

Las crisis terminan. La normalidad vuelve, pero es distinta.

Hemos aplazado  las planificaciones que ya teníamos hechas y estamos concentrados en el hoy, en el ahora y en el inmediatamente después. Estamos trabajando con empatía, porque las planificaciones a medio y largo plazo habrá que replantearlas todas, de arriba abajo. Volveremos a planificar cuando sepamos qué escenario tenemos por delante, y  ese escenario de mañana lo estamos dibujando hoy.

La normalidad volverá, pero será distinta,  son tiempos excepcionales, pues, conversemos. #seamosresponsables.-

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