Sindicalistas argentinos, en alerta por los acuerdos del gobierno con China

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El secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, Gerardo Martínez, vivió su experiencia en Neuquén, Tierra del Fuego y Santa Cruz. Allí, los que mandaban eran todos de nacionalidad china. Admitió a la prensa que “a veces es otra la realidad que se da en América Latina y en África”, al aludir a las consecuencias “indeseadas” de las inversiones chinas, aunque negó que “los negociadores del sector inversor quieran traer 300 chinos y pretendan que acá sea su territorio». Pero reconoció: “En la hidroeléctrica de Santa Cruz, la tecnología y los mandos medios son de trabajadores chinos para garantizar el funcionamiento”.

Este sindicalista -titular de UOCRA- fue uno de los que en 2015 criticó los acuerdos que Cristina Kirchner firmó con Xi Jinping, que permitieron que China tuviera facilidades para inversiones con adjudicación directa y que incluyó la polémica autorización para que el régimen de Beijing construyera una base de observación espacial en Neuquén en un predio de 200 hectáreas cedido en forma gratuita por 50 años y con exenciones impositivas. “Tuve esa postura por las dudas.

No queríamos ni queremos un contingente de trabajadores chinos porque nosotros podemos hacer cualquier trabajo”, señaló Martínez, que en aquel momento, en una postura compartida por la UIA, llegó a enviar una carta a los legisladores para que rechazaran los convenios firmados por la actual vicepresidenta.

La costumbre reciente de Beijing en otros países no es tan flexible como su sistema laboral. Los requerimientos para otorgar créditos o inversiones son tales que los gobiernos necesitados de dinero fresco -como es el caso de la Argentina- acceden a casi cualquier petición con tal de obtenerlo. Los ejemplos en la región abundan: Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú pueden dar fe de la explotación de sus recursos naturales a cambio de promesas millonarias. Obras de infraestructura, represas, centrales eléctricas y mineras cuentan más personal chino que local en sus emprendimientos. Sobre todo en los mandos altos. ¿Por qué sería diferente en nuestro país? En la base de “observación” neuquina esta lógica funciona al extremo: sólo personal chino circula en sus instalaciones.

Rubén Cortina, secretario de Asuntos Internacionales de la Federación de Empleados de Comercio (Faecys), tiene una postura muy tajante ante la posible irrupción de la amenaza china en la Argentina: “La CGT y nosotros, desde el Sindicato de Comercio, no aceptaremos ningún acuerdo comercial que flexibilice las normas laborales, algo que, por otra parte, es imposible de concretar porque sería ilegal”, afirmó a la prensa.

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