Lanzan una máquina para investigar el “origen de los Tiempos”

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Es el telescopio espacial James Webb. Mide como una cancha de tenis y podrá observar qué pasaba apenas se produjo el Big Bang y buscar moléculas de la vida en otros planetas.

La máquina del tiempo que imaginó H.G. Wells y el ochentoso DeLorean de la saga Volver al futuro todavía son ficción. Pero ya está listo un artefacto del tamaño de una cancha de tenis, con un espejo gigante recubierto de oro, que será capaz de observar el pasado más remoto: lo que ocurrió 200 millones de años después del Big Bang, la gran explosión que dio origen al Universo y que tuvo lugar hace unos 13.700 millones de años. Es el más grande, poderoso y complejo telescopio espacial jamás construido: el James Webb Spacial Telescope (JWST).

El telescopio espacial Hubble, predecesor del James Webb, puede ver hasta 800 millones de años después del Big Bang. Lanzado el 24 de abril de 1990, está orbitando a 538 kilómetros de la Tierra, alejado de la interferencia de la atmósfera terrestre.

La misión requiere que el Webb se ajuste a un tipo de luz diferente al que pueden ver los ojos humanos o el Hubble. Dado que la expansión del Cosmos aleja tan rápidamente de la Tierra a las primeras estrellas y galaxias, la luz de éstas se desplaza hacia el rojo, a longitudes de onda más largas. Para seguir con las analogías con el sonido: como la sirena de una ambulancia, que se desplaza hacia un registro más bajo después de pasar a toda velocidad.

La luz de una galaxia que está tan lejos se puede observar en un estadío infantil y se estira tanto hasta alcanzar longitudes de onda infrarrojas invisibles. El Webb será capaz de captarlas.

El trabajo del telescopio Webb, por su capacidad de ver el pasado, no sólo será histórico porque permitirá mostrar, por ejemplo, cómo fueron las distintas etapas en la formación de una galaxia. También será capaz de dar una idea sobre la existencia de lo que se conoce como firmas biológicas: la posibilidad de encontrar vestigios de moléculas de la vida, esas sustancias que pueden dar una pista sobre la existencia de vida extraterrestre.

Muchas de las observaciones planeadas medirán la química de las atmósferas de los exoplanetas (planetas que están más allá de nuestro Sistema Solar) que son más grandes y brillantes que nuestra Tierra. Hay una posibilidad muy pequeña de que una o más de estas composiciones atmosféricas puedan interpretarse como provenientes de una biósfera alienígena. Es decir, un mundo cubierto de vida, aunque ése no es su principal objetivo”.




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