Los microplasticos podrían colapsar la vida del planeta

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Son micropartículas que están presentes no solo en los cursos de agua sino que ya forman parte de nuestros alimentos

De repente los microplásticos se hicieron famosos y todos los señalan como los grandes depredadores del ambiente. A pesar de que hace tan solo tres años el vocablo estaba ausente en cualquier formato periodístico que no albergara contenido ecológico, hoy se los sindica como los responsables de la muerte de cientos de especies.

Y este año dieron un paso más en la carrera de la mala prensa: un estudio realizado por la Universidad de Newscastle sostiene que la población mundial ingiere por semana unas dos mil piezas de microplástico presentes en los alimentos.

Esta cifra representa aproximadamente unos cinco gramos. Los propios investigadores, a la hora de anunciar los resultados, encontraron un modo más que impactante de graficar la información: los seres humanos nos estamos comiendo una tarjeta de crédito por semana.

El informe señala que la fuente más grande de ingestión de plástico en todo el mundo es ni más ni menos que el agua. Tanto la embotellada como la que vierten las canillas.

El documento señala también que se pudieron encontrar grandes variaciones de ingesta según la región relevada. Por ejemplo, en Estados Unidos y en la India la cantidad de plástico detectada en el agua duplicaba el número encontrado en regiones tales como Europa o Indonesia.

A su vez, de los alimentos que fueron estudiados, hubo tres que se despegaron del resto en cuanto al nivel de plástico que contenían: mariscos, cerveza y sal.

El documento señala también que se pudieron encontrar grandes variaciones de ingesta según la región relevada. Por ejemplo, en Estados Unidos y en la India la cantidad de plástico detectada en el agua duplicaba el número encontrado en regiones tales como Europa o Indonesia.

Ya en Argentina, en 2016, un grupo de científicos del Conicet había alertado sobre los altos índices de contaminación por plástico en los cursos de agua del Paraná, la Laguna Setúbal, cercana a la ciudad de Santa Fe y en cauces cercanos. Lo mismo sucedía con la costa bonaerense, en donde los desperdicios arrojados en la vía pública ingresan a las bocas de tormenta, viajan por los pluviales y terminan en las playas o en el mar. Todos ellos, por degradación, se convertirán en millones de partículas de microplásticos que ingerirán tanto las especies animales como los humanos.

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